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La falta de información o las noticias infundadas han hecho que todos desconfiemos de ellos
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Tachados casi como la Onceaba Plaga de Egipto, los alimentos transgénicos han sido demonizados hasta el punto de compararlos a tener veneno en nuestro plato. Pero, ¿cuánto hay de cierto en ello? Para saberlo, y entenderlo, lo mejor es remontarnos a los orígenes del gen, o, mejor dicho, a los orígenes de su descubrimiento.
Mendel y Darwin
Charles Darwin elaboró la teoría de la selección natural en la que se basa la evolución de las especies: errores en la transmisión de los genes de una generación a otra que ocasionan mutaciones en los individuos. Si son adaptativamente válidas, sobreviven y pasan a la siguiente generación; si no lo son, mueren.
Por su lado, Gregor Mendel fue un religioso y naturalista austríaco que ha pasado a la historia por ser el padre de la genética. En sus experimentos hibridaba plantas de guisantes para conseguir que las características de los padres se transmitieran a los hijos.
Pero, aunque el religioso fuera el primero en estudiar su funcionamiento y el naturalista el pionero en entender su importancia en la naturaleza, el ser humano llevaba siglos modificando genéticamente las especies. Uno de los casos más ilustrativos es el de los perros. Son varias las teorías que intentan explicar por qué el lobo paso, en pocas generaciones, de atacar a los humanos a defenderlos de sus propios congéneres. Lo que sí que está claro es que las personas seleccionamos los lobos que más nos interesaban para tener a nuestro lado, básicamente, los que mantenían un carácter más infantil durante toda su vida. A partir de ahí, los empezamos a cruzar buscando las características que queríamos que tuvieran: si los necesitábamos para cazar, para proteger, de compañía… Pero también según su apariencia externa: con orejas más largas, de pelo más corto, con la nariz chata, tamaño y forma del cuerpo…
Así pues, todas las especies, incluso nosotros mismos, de alguna forma son transgénicas, ya sea por propia selección natural o por intervención humana. Y en la era de la ciencia, hemos dado un paso más y ahora, entendiendo el funcionamiento del código genético, mejoramos los alimentos para que sean más beneficiosos. Entonces, ¿por qué esta mala prensa de los alimentos transgénicos? Como nos cuenta Javier Álvarez, director de comunicación de Promega Biotech, “la mala prensa de los alimentos transgénicos se debe más a razones ecológicas e intereses macroeconómicos que a razones científicas”.
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