Clínicas Verkomed
Dr. Bartek, el médico estético que habla claro y sabe que “no todo vale”
Fecha de publicación
Versión online o papel publicada por el medio en su página web o tirada nacional
En los últimos años estamos observando un incremento deslumbrante de ofertas y promociones de estética que ofrecen tratamientos de bajo coste y una disponibilidad inmediata para su aplicación. De ello hablamos con el Dr. Bartek Kosmecki, de las sevillanas Clínicas Verkomed, que ha recibido el Premio Belleza y Estética La Razón por la labor de investigación y calidad de tratamientos realizados en sus clínicas.
¿De dónde viene el aumento de interés por los tratamientos de medicina estética en los últimos años?
Este aumento de interés está provocado por dos factores principales. El primero fue la pandemia. El confinamiento y el teletrabajo ha aumentado la conciencia estética de los pacientes, que no solo tenían más tiempo para mirarse al espejo, sino que a causa del teletrabajo veía su imagen en la cámara durante horas. El segundo factor son las redes sociales y el aumento de presentación de tratamientos de medicina estética y cirugía plástica en ellas. La creciente demanda ha desencadenado una proliferación de nuevos centros que, para rellenar sus consultas, han invertido presupuestos millonarios en el marketing digital, promociones y publicidad, que de una u otra forma ha sido un estímulo de interés en los tratamientos de medicina estética.
¿Por qué los resultados del mismo tratamiento en un sitio y otro no tienen nada que ver?
Porque los tratamientos ofrecidos en un sitio y otro muchas veces solo tienen en común su nombre. En medicina estética, no es lo mismo un tratamiento full-face (tratamiento del rostro entero) del paciente de 30, 40 o 60 años. Uno necesitará 2, otro 3 y otro 10 jeringas de producto inyectable. Además, la medicina estética es una especialidad muy subjetiva, ya que el mismo paciente necesitará un distinto número de tratamientos según la opinión de un especialista u otro. Ocurre lo mismo con la manera que se ven las personas a sí mismas. Hay quien enseña con orgullo una silueta de dudosa perfección y otros que, teniendo un tipazo, se cubren con ropa por tener algún complejo o defecto que nadie más aprecia.
¿Por qué observando las promociones encontramos que un tratamiento con bótox cuesta entre 200 y 500 euros dependiendo de la clínica, y un vial de ácido hialurónico entre 50 y 450 euros?
Porque no tiene nada que ver un bótox con el otro. En España existen tres casas comerciales importantes que se ocupan de la distribución de toxina botulínica tipo A llamada “bótox”. Dependiendo de la marca a utilizar se puede fijar un precio u otro. Pero el problema de la mayoría de tratamientos con toxina low-cost es que la dilución de la misma no es la adecuada. Clínicas que promocionan tratamientos con toxina bajo coste diluyen el producto, consiguiendo que ni el resultado ni la durabilidad del tratamiento sea suficiente; engañan a los pacientes vendiendo viales como si el paciente fuera el responsable de saber cuántas unidades de toxina necesita para obtener el resultado deseado.
El problema son resultados antiestéticos (cejas disparatadas, pobreza de resultados o resultados poco duraderos) o problemas en la revisión del tratamiento, donde el paciente, tras la realización del tratamiento, tiene que pedir otro vial, como si fuera algo extra y el médico no tuviera la obligación de valorar el caso antes de su aplicación. Igual funcionan los eslóganes publicitarios de Baby-Botox Bótox-light, Bótox-natural, etc.