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La Directiva Europea de Eficiencia Energética de Edificios (EPBD) establece ambiciosos objetivos para la reducción del consumo energético en los edificios de la Unión Europea para lograr la neutralidad climática en 2050.

Cuando se habla de eficiencia energética en la edificación, surge una palabra clave: el aislamiento. Albert Grau, Responsable de Asuntos Públicos de ROCKWOOL Peninsular, líder mundial en producción de lana de roca, explica con un ejemplo muy gráfico hasta qué punto un buen aislamiento térmico puede ayudar a lograr los objetivos: “Si se aislaran todos los edificios de Europa, se lograría ahorrar el equivalente a la energía producida por seis millones de campos de fútbol cubiertos con paneles fotovoltaicos. De hecho, los aislamientos son el elemento que ofrece la mejor relación coste-eficiencia dentro del sector de la edificación y, dentro de ellos, la lana de roca emerge como la solución ideal para cumplir con los exigentes requisitos de la normativa”.
    

Un material seguro

La lana de roca es un material con propiedades excepcionales que la convierten en la opción ideal para cumplir con los requisitos de la EPBD, ya que posee un elevado coeficiente de aislamiento térmico y acústico, pero a eso añade otras cualidades que inciden directamente en el valor de los edificios. “Se trata de un material que aporta salud y bienestar a los habitantes de la vivienda, ya que ayuda a mantener los niveles de temperatura y humedad, pero también incrementa la seguridad gracias a su carácter no combustible”, explica Grau. En efecto, la lana de roca es un material no combustible, lo que la convierte en una opción segura para la construcción ya que, en caso de incendio, no arde ni propaga las llamas.
En un momento en que las instalaciones fotovoltaicas se abren paso en los edificios, la lana de roca se erige también en protagonista gracias a su no combustibilidad, proporcionando una protección adicional para nuestros hogares ante nuevos riesgos hasta hoy inexistentes, aumentando la vida útil de la instalación y minimizando daños a bienes y personas.
    

Circularidad

Otros elementos que definen el carácter diferencial de la lana de roca son su durabilidad y su sostenibilidad. “Es un producto –explica Albert Grau– que no solo mantiene inalterables sus propiedades durante al menos 65 años, sino que también es reciclable infinitamente; una vez acabado su uso, puede volver al horno para crear nueva lana de roca y volver a ser utilizada, con lo que no genera residuos. Y aunque es cierto que en su proceso de producción se consume energía y se generan emisiones de CO2, a los 100 días de haber sido instalada pasa a ser negativa en carbono emitido hasta el final de su ciclo de vida”.
En este contexto, desde ROCKWOOL Peninsular se divisa el futuro del sector relacionado con la descarbonización con un elemento clave: la rehabilitación de edificios. “Si se quieren alcanzar los ambiciosos objetivos de la EPDB, la rehabilitación es fundamental, ya que además de reducir el consumo energético, mejorará el confort y la salud de las personas, generará empleo y dinamizará el sector de la edificación. Desde ROCKWOOL seguiremos aportando productos que ayuden a generar ese cambio hacia un parque edificado más sostenible”, concluye Albert Grau.