Studio Yagüe

Alberto Yagüe y su Studio Yagüe trabajan retocando las imágenes publicitarias de las principales marcas tanto a nivel nacional como internacional.

Retocar la realidad para hacerla mejor. Un juego de medias verdades al que todos queremos jugar. Revistas, lonas, carteles… Publicidad, al fin y al cabo. Una imagen, un texto, un soporte. Pero queremos más. Queremos que ese perfume nos despierte, a través de la vista, las sensaciones que tendremos al olerlo. Saber qué sentiremos al ponernos ese vestido. Qué nos despertará en el interior esa nueva bebida. Y este trabajo, que debe ser imperceptible, es a lo que se dedica cada día Studio Yagüe.
Hoy conversamos con Alberto Yagüe que, fotograma tras fotograma y partiendo de una familia humilde de Fuenlabrada, ha edificado una de las empresas europeas más importantes del sector, con más de 75 trabajadores y retocando más de 5.000 imágenes al día de las principales firmas de moda, producto o belleza.
    

Todos sabemos que el cine es mentira, ¿cuánto hay de verdad en las fotografías?

Hay fotos que de la sesión salen directamente perfectas, otras a las que se les tienen que hacer retoques mínimos, como contraste, color, nitidez… Y otras en las que la mayor parte están hechas por ordenador. La fotografía capta una porción de la realidad que puede ser alterada o no, pero, personalmente, creo que la ayuda o apoyo digital puede hacer que una imagen tenga más claridad y una intencionalidad más clara. Es decir, que realmente transmita lo que debe transmitir. Personalmente, me gusta el trabajo del color y de las sensaciones por encima de cambiar cuerpos u objetos que no llevan a ninguna parte.
    

Soy de una generación en la que los padres, cada vez que tirábamos una foto, nos decían “20 duros”, si sumabas carrete, revelado, ampliaciones… ¿Cómo ha cambiado el digital el mundo de la fotografía?

La fotografía digital revolucionó por completo el sector, pasamos de revelar y positivar copias en un cuarto oscuro a poder realizar fotos instantáneas de gran calidad. Yo estudié ambos campos, y es enriquecedor plantear la fotografía digital como si de analógica se tratara.
Recuerdo que, al principio de trabajar en este sector, se escaneaba la película y mis primeros trabajos fueron eliminar, con el ordenador, pelos y motas de polvo que habían quedado impresas. Ahora ya no. Con el digital ves al momento la foto que acabas de tirar, y eso da mucha seguridad hacia el resultado final. Pero, al mismo tiempo, pierde gran parte de su magia.
    

¿A qué te refieres?

A los nervios de la espera. Es decir, incluso cuando mi padre llevaba los carretes de las vacaciones a revelar, tenías que esperar unos días hasta verlas. Eso magnificaba el recuerdo y hacía esas imágenes todavía más especiales. Ahora haces la foto, la borras si no te gusta o, si la ves bien, la guardas y queda enterrada por las miles que harás después en la memoria del teléfono, la cámara o el ordenador.
    

Entiendo…

Estamos sobreestimulados. Hemos calculado que cada uno de nosotros ve 80.000 de fotos cada día, pero, ¿con cuántas nos quedamos? ¿Cuántas recordamos? Una, si tenemos suerte. Estamos priorizando la cantidad a la calidad.
    

¿Qué trabajos realizáis más habitualmente?

Actualmente, estamos retocando unas 5.000 fotos cada día y trabajamos para las mayores empresas textiles, de producto y publicidad a nivel nacional e internacional. Y un sector que ahora mismo es muy importante para nosotros es el del comercio electrónico, un mundo apasionante que nos depara muchos retos porque no está parando de crecer.
    

Sí, la pandemia le dio un buen empujón…

Así es. Cuando estábamos todos encerrados en casa, seguíamos comprando productos que quizás no necesitábamos. Y lo hacíamos viendo fotos que estábamos retocando. Ni hicimos ERTE ni dejamos de trabajar. De hecho, empujó hacia delante la empresa 5 o 6 años. Para poner un ejemplo, entramos a 2020 con 40 trabajadores y hoy somos más de 80.
    

¿Y cuál es el secreto?

Mantener los más altos criterios de calidad y exigencia para ofrecer el mejor servicio a nuestros clientes tanto en acabado como en cumplimiento de plazos de entrega. A nivel interno cuidar mucho a todo nuestro personal para ofrecer un futuro laboral que ofrezca certidumbres acompañado también de una continua formación interna y una clara apuesta en nuestro I+D.
    

Si se pueden hacer las cosas bien, ¿para qué hacerlas mal?

Así es. Yo provengo de una familia humilde de Fuenlabrada y he ido creciendo poco a poco, con trabajo diario bien hecho y, como no, un poco de suerte, que siempre ayuda. Cambiando de local a medida que íbamos siendo más, hasta hoy que estamos aquí, junto a la plaza España de Madrid. Desde 2010, cuando empecé, ha habido momentos de todo tipo, un crecimiento descontrolado o malas pácticas laborales o profesionales nunca han entrado en mis planes. A los problemas, más trabajo y siempre con la misma implicación: escucha activa con clientes y fotógrafos, atención al detalle, cumplir plazos de entrega, y siempre, siempre procesos de trabajo muy cuidados y mejorando continuamente. Es decir, nada fuera de lo que debería ser lo normal. A partir de aquí, el futuro es un lugar al que no puedes dirigirte con precisión, pero espero mantener a todos nuestros clientes y el equipo de retocadores de una manera fija y continua.