Laurent López

Historia de una pasión,
la luthería
El oficio de la luthería se caracteriza por una fuerte tradición arraigada en Italia desde el siglo XVI. A lo largo de la historia, la belleza intacta que emana de este oficio se ha conservado a través de ejemplares irreemplazables. Los famosos Stradivari y Guarneri siguen sonando en todos los auditorios del mundo. Un taller madrileño formado por Laurent López, Sophie Guyader y Felipe Ruano forma parte de nuestro interés.
Descubrir el ambiente de su trabajo supone entrar en la trastienda de sus secretos. Entramos en el taller y la música se mezcla con olores de madera, barnices y cola recién calentada. Se escucha un violín, el de un músico suizo que acaba de llegar para encargar la copia de su Stradivari de 1716.
Laurent López se instaló en España en 1991 porque, como él dice sonriendo, “España se ha convertido en el crisol de mi felicidad. La llevo en la sangre y la quiero”. Esta relación se remonta a sus bisabuelos y abuelos maternos y paternos, emigrados a Francia. Allí creció Laurent rodeado de violines y del recuerdo presente de su familia por la cultura española. La herencia genética de sus ancestros marcó una niñez que anhelaba conocer sus propias raíces españolas. Finalmente, esta atracción por España se cumplió después de un sólido aprendizaje.
Para su formación como luthier, Laurent estudió 10 años, tres de ellos dedicados a obtener el título de asistente en la escuela J. B. Vuillame de Mirecourt. Después continuó con diferentes maestros y se perfeccionó al servicio de Pierre Taconné (primer obrero durante más de dos décadas en la Casa Vatelot en París) y su hijo Patrice.
Clientela fiel
El taller propio comenzó con muy pocos recursos y toda una clientela por hacer; apenas nadie le conocía. En aquellos años había en Madrid muy pocos luthieres especializados, y él detectó una fuerte demanda de las grandes orquestas de la ciudad. Poco a poco, con la fortaleza de su juventud y su gran capacidad de trabajo consiguió estabilizar un público que hoy en día, después de 28 años se mantiene fiel a su trabajo. En su taller de Cantabria construye hermosas copias de renombrados maestros, Stradivari y Guarneri, mientras en Madrid se restauran instrumentos de arco.
Laurent es una persona discreta, a veces enigmática. Dice que la clave de su éxito es el trabajo y todos los logros los ha conseguido mano a mano con su mujer, Sophie. Ambos cuidan la estrecha relación que mantienen con los intérpretes. Las destacadas funciones de su compañera de viaje han sido las de gestión y administración del taller, y las de mantener un contacto cercano con los músicos aficionados y profesionales.
En 2002, organizó el primer congreso de luthería hispano-francés con la colaboración de la embajada francesa, y el apoyo de diversos organismos y miembros de las dos agrupaciones de luthieres españoles. El congreso fue un éxito que culminó con la visita al Palacio Real de Madrid del famosísimo cuarteto decorado (en origen quinteto) de Stradivari. Dos musicólogas relevantes de nuestro país, Cristina Bordas y Elsa Fonseca, realizaron una ponencia actualizando su historia junto a la magnífica colección de ejemplares italianos comprados por la casa real española, seguramente durante el siglo XVIII. Desde entonces ha construido cerca de 100 instrumentos, la mayoría copia de los grandes maestros italianos de los siglos XVII y XVIII.
El papel de Canimex
En 2002, después de la reparación de un violín de G. B. Vuillaume de 1858 le llegó la suerte de conocer a dos personas excepcionales, el señor y la señora Dubois, dueños del grupo empresarial canadiense CANIMEX, que distribuye productos ligados a la industria metalúrgica, la eléctrica, la hidráulica y el mecanizado de precisión en mas de 70 países.
Mecenas, filántropos y grandes amantes de la música, esta magnífica pareja decidió poner en marcha un proyecto musical a través de una colección de instrumentos de arco que prestaría ejemplares a músicos de Québec (por aquel entonces muy desfavorecidos por la parte anglosajona). El matrimonio contó con el asesoramiento profesional de Laurent, y poco a poco la relación se fortaleció gracias a una confianza personal y profesional mutua. Hoy en día la colección cuenta con más de un centenar de instrumentos, entre los que se encuentran varios Stradivari y Guarneri del Gesú, y la mayoría de prestigiosos constructores italianos y franceses.
Necesidad de mecenazgo
Los instrumentos son prestados con regularidad a músicos de varias orquestas de Québec (como la Orquesta Sinfónica de Montreal y la Metropolitan), profesores y estudiantes que se encuentran agradecidos a esta familia excepcional por su gran generosidad. Laurent sueña con que otros grupos empresariales españoles también realicen este tipo de iniciativas tal, puesto que en España emergen grandes talentos que no pueden adquirir instrumentos de este valor. El espónsor o inversor promueven no solo su propia marca, sino también la carrera de estos intérpretes. Estas propuestas generan un mercado muy dinámico influido por la oferta y la demanda, lo cual puede explicar la cotización de estos instrumentos. Para adquirir un violín italiano del siglo XVIII hay que invertir un mínimo de doscientos mil euros. En la actualidad, el precio de los Stradivari y Guarneri en función de su época, estado de conservación e historia, oscila entre tres y veinte millones de euros.
La pérdida de la señora Dubois (hace apenas un año y a quien recuerda emocionado con gran afecto) solo ha hecho que alimentar el corazón del Señor Dubois para continuar ayudando a los músicos de su entorno. La lista de instrumentos es extraordinaria, y sigue creciendo. Laurent viaja una vez al mes para asegurar el transporte y el estado de estas valiosas piezas. Los instrumentos son revisados frecuentemente para que los músicos puedan adaptarse rápidamente y comprobar su proyección sonora.
El contacto constante con estos ejemplares le permite hoy en día realizar copias muy acertadas. Los pedidos han crecido y aunque no le gusta hablar de lista de espera, los músicos saben que el luthier necesita su tiempo. Laurent suele decir que los grandes maestros italianos tienen la capacidad de canalizar el talento del músico y al ofrecer tantos colores proponen una expresión musical casi sin límite. Por eso fascinan desde hace tantos siglos al melómano y al intérprete. Se trata de construir un violín moderno y que el músico reconozca las cualidades de los antiguos. La tradición y la experiencia son los que mandan.
«Stradivari fue al arte de la luthería lo que Bach a la música». Su estudio revela un talento enorme en cuanto a la búsqueda de una sonoridad ecléctica y una sensibilidad basada en la armonía absoluta de proporciones y tallado de la madera. Laurent no vive su trabajo como un trabajo, sino como una verdadera vocación que transmite y contagia a diario.
Hoy en día su taller se ha convertido en un referente internacional para la compra y la venta de ejemplares notorios así como para la adquisición de otros más asequibles. En este contexto, trabajan Sophie y su asistente Felipe en el que Laurent se reconoce. Dotado de una mano y un oído excepcional, Felipe estudió cuatro años en la escuela Newark de Londres y se perfeccionó en Toronto. Sin duda este joven luthier representa la continuidad y la tradición del oficio haciendo magníficas restauraciones y creaciones propias. Tres personas dignas de conocer si compartís su misma pasión: la luthería.
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