grupo de Nanomedicina del IDIVAL
“Las posibilidades de la nanomedicina son infinitas”
Dra. Mónica López Fanarraga
investigadora principal del grupo de Nanomedicina del IDIVAL
Integrado en el Instituto de Investigación Valdecilla-IDIVAL, el grupo de investigación en Nanomedicina que dirige la Dra. Mónica López Fanarraga trabaja en el uso de la nanotecnología para el tratamiento de diversas enfermedades, con especial relevancia para el tratamiento del cáncer. Hemos hablado con ella para conocer sus principales líneas de actuación.
¿Cuáles fueron los orígenes del grupo?
Nuestro grupo nació en el año 2014 siendo sólo dos físicos y dos biólogos. Desde entonces, nos hemos expandido gracias a la incorporación fundamentalmente de investigadores jóvenes de gran talento y muy entusiastas, lo que nos ha permitido acreditarnos como grupo consolidado por el Comité Científico Externo del Instituto ISCiii-IDIVAL. A día de hoy, el grupo está formado por cerca de 30 investigadores, donde más de 2/3 partes somos mujeres científicas, conformando un equipo multidisciplinar que abarca dos grandes ramas científicas: la rama “BIO” (biotecnología, bioquímica, medicina, biología …) y, por otra parte, la rama de materiales (equipo de físicos y químicos).
¿Cuáles son sus principales líneas de investigación?
Una de las líneas principales es la síntesis y el estudio a escala nanométrica de unos sistemas, pequeños como los virus, que se pueden emplear tanto en el diagnóstico como en el tratamiento de algunas enfermedades. En concreto, nos hemos centrado mucho en el cáncer y lo que hacemos es copiar los mecanismos de entrada a las células que tienen los virus para crear esos sistemas y que ataquen desde dentro a las células cancerosas.
Mediante estructuras artificiales…
Así es. Aunque no me gusta demasiado el término, se trata de una especie de nano-robots que puedan ser inyectados o incluso administrados por vía oral o a través de la piel y actuar a nivel de diagnóstico o como tratamiento. Lo que queremos es entender la interacción entre los nanomateriales y las proteínas, las células y los tejidos, tanto in vitro como in vivo, con el fin de obtener productos que puedan ser transferidos al ámbito clínico, sobre todo para ser empleados en el tratamiento de enfermedades que o no tienen terapia conocida o, en el caso de haberla, no terminan de funcionar bien. En este sentido, en los últimos años hemos logrado algunos avances importantes en el campo de la nanomedicina contra el cáncer, como son la demostración de las propiedades biomiméticas de los nanotubos de carbono con los filamentos del citoesqueleto. En un contexto in vitro hemos visto que estos nanofilamentos desencadenan efectos antiproliferativos, antimigratorios, citotóxicos similares a los que producen la quimioterapia tradicional
Otro de los proyectos también tiene que ver con el cáncer…
Sí. Se trata de un proyecto encuadrado en el Plan Nacional de Salud que tiene como objetivo trabajar en un área como el cáncer de tubo digestivo. El reto es desarrollar un sistema a escala nano que pueda tragarse y se adhiera a las células del tumor. A partir de ahí, mediante un sistema de endoscopia equipado con un láser de dos colores, se podrían detectar las células malignas (mediante luz azul) y activar su destrucción aplicando luz infrarroja. El proyecto ha arrancado este año y tiene una duración de tres años en los que tenemos que desarrollar la tecnología antes de llevarlo a las pruebas in vivo con ratones de laboratorio.
¿Se enmarca todo este trabajo en las terapias personalizadas que tanto han crecido en los últimos años?
Si, el uso de estructuras nano para diagnosticar y tratar el cáncer es una forma novedosa y personalizada de abordar el tratamiento de estas enfermedades. Seguramente será una vía muy utilizada para el tratamiento selectivo del cáncer; podremos utilizar los nano-robots para encapsular fármacos «a la carta» acorde con las necesidades de cada paciente, y dirigirlos específicamente a las células tumorales, reduciendo la toxicidad de la quimioterapia actual que llega a todas partes del cuerpo. En ese sentido, se trata de un tratamiento muy personalizado.
Nanocápsulas que transporten fármacos…
Exactamente. Pero para eso es preciso camuflarlas con proteínas que las dirijan hacia las células del cáncer y afinar así la precisión del tratamiento. Hoy estamos trabajando en eso y también tenemos en mente emplear esa misma tecnología para llegar al sistema nervioso, donde hoy en día no existe nada similar. Y todo parte del estudio del comportamiento de los virus para emularlo a través de la nanotecnología.
¿Cuáles son los retos de futuro del grupo?
El principal es avanzar en el tratamiento de enfermedades donde la medicina, hoy en día, no ofrece soluciones satisfactorias como el cáncer o las enfermedades neurodegenerativas. Confiamos que pronto nuestros resultados puedan ser validados clínicamente y transferidos al campo de la medicina e industria. A medida que avancemos en ese conocimiento tendremos acceso a unas posibilidades que son, a priori, infinitas.
Los estudios del grupo de Nanomedicina han sido subvencionados por el Instituto de Salud Carlos III y el Ministerio de Ciencia e Innovación mediante los proyectos Ref PI16/00496, PI19/00349, DTS19/00033 y cofinanciados con fondos FEDER. «Una manera de hacer Europa»
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