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EEAD-CSIC

16 Sep, 2019 | I+D+i, I+D+i Septiembre 2019 ABC

“Colaboramos con el sector para buscar estrategias comunes”

 

Ernesto Igartua

Director del Grupo de Materiales Vegetales de la EEAD-CSIC

 

El grupo de investigación en Genética y Desarrollo de Materiales Vegetales de la Estación Experimental de Aula Dei (EEAD), un instituto integrado en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), centra su labor en el área de la mejora genética vegetal. Para conocer mejor en qué consiste su investigación, hablamos con su responsable, el Dr. Ernesto Igartua.

¿Cuáles fueron los orígenes del grupo que dirige?

La Estación Experimental de Aula Dei es un instituto de investigación perteneciente al CSIC que celebra este año el 75º aniversario de su puesta en marcha y de sus trabajos de investigación en agricultura y medio ambiente. Nuestro grupo es uno de los que componen la estructura de la EEAD y hace años que trabaja investigando sobre el material vegetal.

 

¿En qué trabajan?

Básicamente, nos movemos en el área de la genética y la genómica para la mejora vegetal. Dentro de ello, el núcleo fundamental de nuestro trabajo se centra en el estudio de la cebada.

 

¿Por qué la cebada?

Porque es el cultivo que más hectáreas ocupa en España, por lo que su importancia económica y ecológica es muy grande. También porque los cereales son la base de la seguridad alimentaria.

 

¿Qué tipo de trabajos hacen con este cereal?

Casi todo lo que hacemos está orientado a lograr mejores variedades de cebada. Y para lograrlo trabajamos con las bases genéticas que definen el rendimiento de la cebada y su adaptación a las condiciones españolas. Esto es muy importante subrayarlo, puesto que una variedad de cebada no se comporta igual ni ofrece el mismo rendimiento en un entorno mediterráneo como España que en otro lugar.

Y el reto es mejorar ese rendimiento…

Así es. Y es algo que tenemos que hacer los investigadores españoles porque somos los que conocemos las condiciones de este país y el modo en que se puede lograr un cultivo de la cebada eficiente, eficaz y optimizado. Nuestra labor es identificar los genes esenciales que influyen en ese rendimiento y en su adaptación al medio.

¿Ha dado fruto ese trabajo?

Sí. En 1995 se puso en marcha un programa común de investigación entre las comunidades de Aragón, Cataluña, Castilla y León y Castilla-La Mancha que dio como resultado el desarrollo de tres variedades (Cierzo, Yuriko y Estrella) que se han licenciado a otras tantas pymes españolas y que están dando muy buen resultado. El programa nacional ha experimentado un cierto retroceso y algunas comunidades autónomas han dejado de participar, pero tenemos otros proyectos con empresas que nos hacen ser optimistas.

 

¿Qué proyectos tienen en marcha?

Además de la financiación nacional, hay varios proyectos europeos en marcha. Uno de ellos es  iBarMed, que busca ofrecer enfoques innovadores de mejora de la cebada, basados en predicciones mediante marcadores moleculares, para afrontar el impacto del cambio climático en la región mediterránea. Esto es importante porque la crisis climática ha hecho que haya zonas que tengan unas condiciones cada vez más parecidas a las españolas, lo que haría que algunas de las variedades que hemos estudiado aquí puedan ofrecer un buen rendimiento también en esas áreas.

El segundo proyecto es Gendibar, en el que participamos junto a centros de investigación y universidades de España, Italia, Argelia, Alemania, Egipto, Túnez y Turquía. Su objetivo es conseguir buenos rendimientos en cebada en ambientes extremos de calor y sequía, en el que analizaremos en profundidad la diversidad genética del cultivo en toda la cuenca mediterránea. El tercer gran proyecto es Barista, que pretende desarrollar herramientas avanzadas para el cultivo de cebada en agricultura intensiva y sostenible y en situaciones de cambio climático. Es un trabajo con fuertes componentes de fisiología y modelización, en el que participan doce socios de ocho países diferentes.

 

¿Con qué estructura cuentan para todos estos trabajos?

El centro tiene un equipo formado por 140 personas, 35 de las cuales son investigadores en plantilla. Mi grupo está integrado actualmente por tres investigadores en plantilla, cuatro estudiantes (dos becados y dos contratados) y cuatro técnicos. El principal obstáculo con que nos encontramos es la escasez de personal especializado y de flexibilidad para trabajar.

¿Solamente trabajan con cebada?

No. Es cierto que se trata de nuestro objeto de estudio principal, pero la similitud entre cereales hace que los avances que se logran en cada especie puedan aplicarse también en otras, como el trigo, el arroz o el maíz.

 

¿Existe una relación fluida entre el grupo y la industria?

Siempre procuramos que sea así. De hecho, el CSIC en este momento impulsa una plataforma interdisciplinar en la que se encuentran centros de investigación públicos, empresas privadas, asociaciones de productores y cooperativas agrarias para buscar estrategias que permitan afrontar los problemas específicos de España desde el punto de vista de quienes estudiamos el material vegetal. Con frecuencia los ritmos de la empresa y los de la investigación son distintos, pero con el tiempo y el contacto es posible encontrar puntos en común.

 

¿Cuáles son los retos de futuro del grupo Genética y Desarrollo de Materiales Vegetales?

Nuestro plan es continuar con las líneas de investigación que tenemos en marcha y que quieren encontrar mecanismos de adaptación de las plantas al medio ambiente, así como la mejora de su impacto en relación al cambio climático, lo que conlleva una parte importante de investigación básica. A partir de ahí, mantendremos viva la conexión con el sector productivo para transferir conocimiento y para crear instrumentos mixtos que permitan avanzar a España en esta materia y en otras como la seguridad alimentaria en condiciones de cambio climático.

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